miércoles, 11 de febrero de 2009

Noche de nubes.

Ayer escribí noches de nubes
dónde mi amor hoy por ti
él baja y él sube
con el perfume de un jazmín.

Va acariciando tus pecheras
la rosa dura esquina.
Tan caliente quisiera
ser tu rosada espina.

Hizo tus besos un nido
en el tejado de golondrina,
y tú estas metido
en su guarida. Linda lastima


la tierra de ti no siente.
En ella sembraste el amor
donde él de tu simiente
nació un día flor.

Alguien beso en tus carnales
arcos de circo penco,
y aradas catedrales
en un dulce de él elenco.

Mientras vuestros caminos
alargue sus ramas al cielo
buscando de los dioses divinos
sus largas manos, encontraréis consuelo.

Sin embargo no la abraséis
contento: buen esposo
abrazada a la quemada esposa
que todavía le asoláis.

No parada de arde ella
durante un siglo largo,
y tu le reñirá estrella
él te dirás: para nada valgo.

Ella le exclamaba a su
esposo; querido soy tus ojos,
y tú, él nuestro ataúd
echo ya a nuestros antojos.

Él le decía mi amor
no digas esto ahora.
Acuérdate tu bella flor
cuando yo te amaba, a llorar

Tu te echabas ayer.
Dios lo tenga en bendición,
“que lo mismo que nace
el amor muere al corazón.”

Antonio Peral Romero.
“Cachito.”

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